martes, 30 de junio de 2020

La inclusión "Si-ba"

Stephany Díaz

Yo creo que la Biblia acompañada de un buen café y de un cielo estrellado es un escenario perfecto para idear todo tipo de películas. No escribo libretos ni sé nada de eso, pero imagino que se necesita una gran creatividad para hacer que una historia esté llena de giros inesperados, y es quizás por eso que no me parece tan descabellado pensar que la vida de personajes como el rey David alguna vez sirvieron de inspiración para al menos un dramático guionista de cine.

En fin, el tema es que, si nos ponemos a hablar de tramas sorpresivas o “alocadas” en la Biblia la lista es larga, y una de ellas es la de David y Mefiboset en 2 Samuel 9. Resumiéndola, David está interesado en ver a Mefiboset, que era nieto de Saúl, para hacer misericordia con él como lo había acordado con Jonatán (1 S 20:15). Bueno, la verdad es que dicho así no es que suene tan alocado, pero una de las razones por la que me parece extraña esta historia es que la costumbre de los reyes entrantes era matar a las familias de los salientes para evitar una rebelión. A pesar de eso, David parece jugársela elevando el valor de la amistad por encima del de la tradición, y decide ser bondadoso con Mefiboset.

Al punto que voy con esta historia es que, al principio, cuando David está preguntando por la existencia de algún descendiente de Saúl, Siba, que era un siervo de la familia de Saúl, le responde con las siguientes palabras: "Aún queda un hijo de Jonatán lisiado de ambos pies" (v. 3). No sé si a usted le causa la misma reacción que a mi esta respuesta, pero que yo sepa a Siba solo se le preguntó si había alguien o no, no creo necesaria la despectiva descripción. El caso es que, a pesar del énfasis que Siba hizo en las limitaciones de Mefiboset, David insitió en cumplir su promesa. Le dio posesiones, lo invitó a comer todos los días en el que, imagino, era el restaurante tres estrellas Michelin de la época, y lo más importante de todo, es que lo trató como una persona igual a las demás.

Se dice que actualmente cerca del 15% de la población mundial son personas con discapacidad, y déjeme decirle, eso es mucho. En Colombia, las leyes hablan de inclusión sin importar las diferencias, pero si vemos el resultado de ciertas investigaciones, las personas con discapacidad continúan teniendo desventajas en todos los aspectos. Aunque estamos en pleno siglo XXI, para nuestra sociedad las discapacidades siguen siendo una razón para negar cosas como la educación o el empleo, lo que para mí es sumamente irritante. Pero lo que es aún más irritante es que no nos topemos con un panorama diferente en algunas de nuestras iglesias. No es aceptable que las personas con discapacidad no sean incluidas en el desarrollo de nuestros cultos y actividades, en la asignación de nuestras tareas, o en la construcción de nuestros espacios. Parece ser que nuestra actitud se asemeja más a la de Siba, definiendo a los demás a partir de sus diferencias, en vez de a la de David que reconoce a Mefiboset como hijo de Jonatán sin importar sus limitaciones.

Para terminar, el autor le pone la cereza al susodicho relato (2 S 9) cuando en la conclusión repite que Mefiboset “estaba lisiado de ambos pies” (v. 13), pero lo antecede de la aclaración “Mefiboset moraba en Jerusalén, porque siempre comía a la mesa del rey” (v. 13). Finalmente, la condición física de Mefiboset seguía siendo la misma, pero su estilo de vida cambio positivamente a causa de las acciones de alguien que lo dignificó. Esta escena de “David's life” me hace pensar en el reto que tenemos como iglesia de ser un espacio donde se promuevan y defiendan los derechos de forma igualitaria como se plantea en la Biblia. Un espacio donde se permita que cada miembro del cuerpo de Cristo disfrute de todo lo que significa ser parte de él sin importar sus diferencias, porque es que yo no sé lo que piense usted, pero por mi parte, la inclusión ¡Si-ba!

© 2020 Stephany Díaz